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Por una menstruación digna

Por Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla*
sábado, 20 de febrero de 2021 · 00:00

Una mujer, menstrúa cerca de 2,535 días en su vida, equivalentes a siete años completos. En promedio, cada mujer gasta anualmente más de setecientos pesos en toallas y tampones: Kotex, Tampax, Saba (regulares, sport, nocturnas, plus y superplus).

En nuestro país, las mujeres en situación de pobreza extrema, gastan 2.5 veces más que las mujeres del decil mas rico de la población. Y de ésta manera, las mujeres contribuyen en México con 3,000 millones de pesos a la recaudación fiscal por el IVA en productos de higiene femenina.

Hace unas tres semanas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, admitió una acción de inconstitucionalidad en contra del IVA a productos de higiene menstrual que fue bloqueada en el 2020 por diputados de Morena; legisladoras y activistas dicen que es un primer paso contra la desigualdad de género.

El solo hecho de tener que comprar estos productos es consecuencia de una decisión de política pública. El hecho de que, encima de todo, haya que pagar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) sobre estos productos, también.

La adquisición de éste tipo de productos, es simplemente una necesidad, no es un lujo, sí bien la manera con la que están gravados, sugiere lo contrario. ¿Por qué tratar fiscalmente como lujo algo que es una necesidad?

La acción de inconstitucionalidad fue presentada después de que en septiembre de 2020, un bloque de diputados y diputadas de Morena, impidió que avanzara la iniciativa de legisladoras de diversos partidos para eliminar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 16% a estos productos por considerarlo discriminatorio para las mujeres.

El grupo parlamentario de Morena, rechazó esta propuesta, alegando que esta reducción del IVA, a quienes iban a beneficiar, era a las empresas productoras de estos productos, no a la mujer menstruante.

La menstruación, en nuestro país, sólo es abordada por las autoridades responsables desde una óptica patológica, como una situación dolorosa y, por lo tanto, que debe atenderse exclusivamente desde una perspectiva médica, sin que exista una clara política pública en materia social, laboral e, incluso, fiscal.

La injusticia de aplicar el IVA sobre los productos de gestión menstrual es aún mayor, para las mujeres en situación de pobreza. Para dimensionarlo: según los cálculos que se ofrecen en la iniciativa, se requieren, en promedio, 360 toallas o tampones al año.

Asumiendo que cada uno tiene un costo de dos pesos, este gasto asciende aproximadamente a los 720 pesos anuales en el mejor de los casos. Para un hogar pobre, esto puede representar el 5% de su gasto anual, un gasto 2.5 veces mayor, en proporción, que lo que representa para un hogar de los más ricos.

Si bien es cierto que todas las mujeres menstrúan, no todas tienen la misma capacidad adquisitiva, pero todas tienen que pagar el impuesto y no es como en otros productos que el IVA de los que más tienen compran un producto de lujo y los que menos tienen compran un producto que no sea de lujo.

Con esta iniciativa de inconstitucionalidad, no se le pide a la Corte, que determine una tasa adecuada, o tasa cero por que esto le correspondería al Poder Legislativo; sin embargo, lo que se pide es que se decrete si resulta una discriminación. Que se reconozca que este trato es discriminatorio y entonces el legislador en uso de sus facultades que le otorga la Constitución, otorgue un trato que no sea discriminatorio.

El impacto, por supuesto, no se circunscribe a lo fiscal. Es el efecto dominó que se genera con los obstáculos a productos de gestión menstrual sobre otras áreas de la vida. Si acceder a estos productos es difícil, la posibilidad de ir a la escuela se puede ver mermada.

La posibilidad de ir al trabajo, también. La posibilidad de andar, libres, en el espacio público, de igual manera. De hacer deporte, correr, nadar, jugar. Este impacto no sólo se debe a una cuestión de higiene y comodidad personal, sino también, por supuesto, al estigma que aún existe sobre la menstruación. Al terror de sangrar en público, por la respuesta que tendrá: …las burlas, la vergüenza.

*Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, A.C.

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