DÍA DEL SEÑOR

XII Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo B (Mc 4, 35-41)

“¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe” Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 19 de junio de 2021 · 00:20


En el evangelio de hoy, Marcos narra el episodio de la travesía del lago de Galilea después que Jesús le había hablado a la gente en parábolas acerca del Reino de Dios. Es como si Jesús quisiera poner a prueba la fe de sus discípulos, a ellos que les explicaba el sentido profundo de sus parábolas.

Jesús sabe que su causa por el Reino de Dios debe levantar tormentas, como ésta del viento, que va a hacer temblar a los discípulos; Jesús está tranquilo porque confía en su causa, la causa de Dios.

Nosotros andamos por esta vida como en barcas que a veces van navegando bien, sin mayor problema, cuando vamos por aguas tranquilas. Sin embargo, los problemas se presentan cuando la navegación se hace difícil, por las tempestades y tormentas propias de la vida de cada uno.

Y en esos momentos de navegación difícil comenzamos a flaquear y a temer. Nos pasa lo mismo que sucedió a los Apóstoles en el Evangelio de hoy. Cuando estamos navegando bien, aparentemente sin problemas, sin tempestades, tal vez ni nos acordamos de Dios.

Pero cuando la travesía se hace difícil y vienen las olas turbulentas, pensamos que Jesús está dormido y que no le importa la situación por la que estamos pasando. Tal vez hasta lo culpemos de lo que nos sucede y hasta le reclamemos indebida e injustamente.

Nuestra fe muchas veces es débil, como la de los Apóstoles en ese momento. Nos olvidamos que Dios está siempre con nosotros, y aunque aparentemente dormido, siempre está al mando de la situación. El guía nuestra barca en medio de tempestades y tormentas, en una presencia escondida y silenciosa.

Sea en la tormenta, sea en la calma, Dios está presente. Y El desea que nos demos cuenta de que está allí, presente en la vida de cada uno de nosotros, esperando que nos demos cuenta de su presencia silenciosa.

Jesús no nos embarca y se queda en la orilla, sino que se sube a la barca de nuestras obligaciones y deberes, con alguna frecuencia nos manda dejar orillas conocidas y avanzar hacia lo desconocido. Él viene con nosotros; a veces guardará silencio, pero viene.

En este nuestro intento de seguir a Jesús, nos acecharán tormentas que amenazan con hundir nuestra barca, como les sucedió a los apóstoles. Cristo no nos promete mandar callar siempre al viento impetuoso de nuestras tormentas. Pero como alguien que nos quiere, y tiene poder para ello, nos promete estar siempre con nosotros en todas nuestras circunstancias. Con él acompañándonos, todo es diferente.

Que Dios con su infinito amor nos proteja, acompañe y nos bendiga hoy y siempre.

cpomah@yahoo.com

 

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