HOY EN LA PLAZA

La mentira, el fantasma que recorre el mundo…

Por: Ricardo Harte*
lunes, 10 de enero de 2022 · 00:16

Los diversos temas que en las tertulias de nuestros amigos se habían “abierto”, seguían, en su mayoría, abiertos.

Eran ricos y heterogéneos.
Abarcaban desde anécdotas de vida, hasta posiciones ideológicas.

Las controversias entre Mercedes y la Sra. Elsa, entre Don Sebas y Agustín, entre Aída y el Inge, fueron, y son, controversias intensas, que desafiaban una de las características de personajes no acostumbrados a escuchar. Todos ellos adoptaban la automática posición

de oír, mientras alguien exponía sus puntos de vista discrepantes, pero no de escuchar. Oían, mientras desarrollaban mentalmente los contra argumentos que les permitiría ocupar posiciones de liderazgo en esa contienda de diálogo, en el que se debatían ideas, experiencias, creencias y paradigmas.

De todos modos era una buena forma de ejercitar el noble arte de conversar.

El grupo iba recuperando, poco a poco el hábito de expresarse verbalmente, de ordenar sus ideas para poder exponerlas, hábito que fue, durante el siglo XX, castrado por el bombardeo de la Tele/cibernética que privilegió el desarrollo del más supino individualismo.

La tardecita se iba escurriendo poco a poco por los rincones de la Plaza.

Ligeras luces se defendían todavía de las oscuridades que aprovechaban la huida de la luz del sol para ir cancelando cada una de las sombras que cada árbol, cada planta, cada banco había generado durante el día.

Nuestro grupo de amigos comentaban diversos temas de los sucesos cotidianos.

En la Plaza Santo Tomás reinaba esa envidiable armonía nacida de aconteceres que cumplían, día a día, con el ritmo previsto, con los sonidos conocidos, con las brisas esperadas.

- Yo no me vacuné, ni me vacunaré- espetó Agustín, el joven historiador.

- ¡Ah jijos! – replicó Mercedes- ¿Y eso? ¿Es un conflicto de conciencia?

- En parte… sí. Pero más que de conciencia o de principios ideológicos o morales, lo que me peina al revés, que estemos en manos delos grandes negocios de las farmacéuticas.

- Ay…yo no sé – intervino la conservadora Doña Elsa- porque, por otro lado, yo he escuchado que esas empresas han trabajado mucho e invertido más para lograr las vacunas que ahora nos están salvando de la muerte. Que lo han logrado en tiempo récord y dando las seguridades necesarias para la efectividad de los fármacos.

- A mí me preocupan los secretismos – continuó Agustín - ¿Acaso hay algún medio en el que podamos leer los contratos de los gobiernos con Pfizer-Biontech? ¿Conocemos las cláusulas de esos contratos? ¿Conocemos cuánto cuesta cada dosis?

- Bueno…yo no he podido leer nada sobre el tema – comentó Doña Elsa- pero eso no es indicador de que todo está mal, como para no querer vacunarse.

- Mira… he buscado en medios y encontré artículos de diferentes fuentes, que señalan dos cosas: primero, que las cláusulas de los contratos de esta farmacéutica y la mayoría de los gobiernos, eximen a la empresa de cualquier responsabilidad sobre la entrega a tiempo, semana a semana, de las dosis contratadas. También eximen de las posibles deficiencias en los efectos de las vacunas. Es decir, hablando lisa y llanamente, los contratos permiten a Pfizer no entregar a tiempo y, además, poner en cada dosis, agua.

- Ufa… un poco exagerado eso del “agua” ¿no? – exclamó Doña Elsa.

- Sí… pero hay informaciones suficientemente creíbles, que indican que los contratos de Pfizer con los gobiernos, son asimétricos en cuanto a derechos, ventajas, alcances, para ambas partes. Y un caso concreto, es el que se ha destapado en cuanto al contrato con Albania. Cláusulas como “en ningún caso Pfizer estará sujeta o será responsable de penalizaciones por retrasos en la entrega…”, o “(Albania) renuncia expresa e irrevocablemente a cualquier derecho de inmunidad soberana…”, o “…en ningún caso Pfizer será responsable ante el comprador por daños directos…”, indican, a mi juicio, que dichos contratos favorecen exclusivamente a la farmacéutica y dejan indefensos a los gobiernos y, por lo tanto, a las sociedades que representan… ¿no?

- Está bien… pero ¿y entonces por qué no te vacunas?

- Bueno…
*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 50 años.
 

...

Comentarios