BAÚL DE MANÍAS

La divina garza envuelta en huevo

Por: Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 25 de enero de 2022 · 00:00

El buen Pero Grullo podría decir lo que sigue: hay de dichos a dichos. Algunos los capta enseguida hasta un milenial. Otros precisan más experiencia acumulada. Cualquier baby boomer puede entender, por ejemplo, cuando alguien dice que “Fulanito se siente la última coca en el desierto”. O que Zutanito “cree que descubrió el hilo negro”.

Pero cuando alguien dice que “Perenganita se siente la divina garza envuelta en huevo”, la cosa se medio complica. Hay que googlearle. Bastan dos clics para enterarse de que este dicho “procede (muy probablemente) de la “culinaria cotidiana”: cuando se rebozan en huevo la carne, el pescado, con queso -para hacer los riquísimos niños envueltos- la albúmina se desliza, se resbala, no penetra: sirve solo para iniciar el proceso de “apanado” con otra capa de harina, otra de leche y otra de miga de pan”. Óraleeeeee.

Sergei Prokofiev se ha de haber sentido más o menos la divina garza envuelta en huevo. Oh yeah. Y es que, además de ser un compositor genial, un destacado pianista y un solvente director de orquesta, el hombre tenía un inimitable don literario.

Dice en su “Autobiografía”: “Pasé el verano de 1917 en completa soledad en las cercanías de Petrogrado; leía a Kant y trabajaba duro. Me había propuesto no llevar mi piano a la ciudad porque quería tratar de componer sin él.

Hasta entonces generalmente había escrito en el piano, pero quería probar que el material temático trabajado (a) fuera del piano es mejor… Esta idea me sugirió componer una obra sinfónica íntegra sin usarlo.

Compuesta de esta forma, los colores orquestales tendrían por necesidad que ser más claros y limpios… El proyecto de una sinfonía en el estilo haydniano se originó desde que, como resultado de mis estudios en las clases de Tcherepnin, de algún modo la técnica de Haydn había venido a ser especialmente nítida para mí.

Con tal comprensión íntima era mucho más fácil sumergirme en la peligrosa marea sin el piano. Me parece que si Haydn viviera todavía, aún conservando su propio estilo de composición, podría haberse apropiado algo de lo moderno. Ése tipo de sinfonía quería componer: una sinfonía a la manera clásica.

Como empezó a tomar dicha forma, la llamé Sinfonía clásica. Primero, porque era el modo más simple de llamarla; segundo (y fuera de bravatas) para meterme en un avispero y, finalmente, esperando que, si la sinfonía probaba en el tiempo ser verdaderamente ‘clásica’, esto podría beneficiarme considerablemente”.

Brujo era el buena Sergei. Tenía razón en las tres cosas. Si Haydn la hubiera escuchado seguramente se habría sentido otra garza envuelta en huevo. Y es que, además de todo, como decía él mismo “(o sea, el mismo Haydn) “…donde está Haydn no puede haber daño”.

La Sinfonía Clásica de Prokofiev no tiene pierde. Es venturosamente haydniana e inconfundiblemente prokofievana. Y, de ribete, es breve. A la legendaria Filarmónica de Munich bajo la dirección del inconmensurable casi tocayo suyo (de Prokofiev), Sergiu Celibidache, le tomaba 18 minutos despachársela. Chéquela usted, si le late:

https://www.youtube.com/watch?v=OFmMy-xC3QQ



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bauldemanias@hotmail.com

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