DESDE EL VIGÍA

Municipio olvidado

Por: El Vigía
lunes, 3 de octubre de 2022 · 00:00

Desde hace casi 30 años los ensenadenses nativos y migrantes han sido objeto de una serie de agravios, como si todas las circunstancias se conjugaran de forma deliberada para generar el estancamiento social y económico que se observa en el municipio, y que contrasta con las inversiones que llegan a los municipios de Tijuana y Mexicali. 
De ser la capital mundial del atún, debido a un injusto embargo decretado por la corte federal de San Francisco, California, en contra de las exportaciones mexicanas de atún aleta amarilla, se perdieron en este puerto miles de empleos, se desmantelaron las plantas empacadoras y lo que quedó de la flota pesquera se trasladó a recintos del interior del país.
 Lo más grave es que las autoridades federales y estatales no movieron un dedo para defender dicha actividad productiva.
Por si fuera poco, las recurrentes devaluaciones y el descenso en la afluencia turística por carretera derivada de una real percepción de inseguridad, afectaron a la mayoría de los prestadores de servicios, situación que se agudizó durante los dos años de pandemia.
Y para colmo, la falta de agua y de infraestructura limita las oportunidades para atraer inversiones y ofrecer trabajos mejor remunerados.
Este escenario tan desalentador impide que detonen otras vocaciones productivas, y en consecuencia las nuevas generaciones de ensenadenses -los más preparados- prefieren buscar mejores opciones laborales en otras regiones del país y el mundo.
Ciertamente, Ensenada ofrece un clima benévolo, excelente gastronomía, valles agrícolas, dos costas y la región vinícola más importante, aparte de su potencial pesquero, minero y ecoturístico, así como condiciones para aprovechar las energías alternas, como la eólica y solar.
Sin embargo, a pesar de estas condiciones no se observa un crecimiento económico sostenido, porque los planes del gobierno son diferentes a los que plantea la sociedad a través de su sector empresarial y asociaciones civiles. Las autoridades hablan un idioma distinto y en su toma de decisiones la población es ignorada.
El tiro de gracia fue el despojo de una parte de su territorio para favorecer a grupúsculos empresariales del municipio de Playas de Rosarito.
Así que llegó el momento de que los ensenadenses reaccionen, porque de no hacerlo ahora tal vez mañana sea demasiado tarde.
Es verdad que en la mancha urbana de Ensenada se llevan a cabo importantes obras de infraestructura vial, pero lo fundamental para garantizar el crecimiento económico y el desarrollo social, es disponer de agua y energía, aparte de contar con una red carretera moderna, ampliar los recintos portuarios, construir un aeropuerto civil y otorgar beneficios fiscales para alentar la llegada de capitales productivos.
Se reconocer el esfuerzo por rehabilitar los espacios públicos, pero urge elaborar proyectos ejecutivos que resuelvan a largo plazo las necesidades de la población de Ensenada.
La ciudad crece con desorden, al igual que los valles agrícolas, cuya vocación no se respeta, y por tanto se necesita poner orden a través de un marco jurídico que se aplique y no sea letra muerta.

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