DÍA DEL SEÑOR

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C.

 “Si se mantienen firmes, conseguirán la vida” (Lc 21, 5-19)
sábado, 12 de noviembre de 2022 · 00:05

Por: Carlos Poma Henostroza

El evangelista Lucas concluye la predicación de Jesús en Jerusalén con un discurso acerca de lo que sucederá al final de los tiempos. Es claro que la liturgia nos sigue apuntando al término del año litúrgico, de lo que ya hablamos el domingo pasado, y a la preparación de la solemnidad de Cristo Rey que celebraremos el próximo mes. La escena sucede en el Templo de Jerusalén, del que Jesús habla de su próxima destrucción (cosa que históricamente sucedió en el año 70 destruido por los romanos) y lo hace relacionándolo con el fin.
Por eso el Evangelio de hoy nos invita a estar alertas, que estemos siempre preparados. Y sobre nuestra preparación, es recomendable que vivamos cada día como si fuera el último día de nuestra vida. Nos advierte también sobre todas esas falsas doctrinas que contradicen la Sagrada Escritura que se promueven por todos lados, para tratar de hacernos perder la Fe en la única Verdad, que es Jesucristo.
El rechazo que experimentó Jesús lo viven también ahora sus seguidores. La división en el interior mismo de la familia y de la Iglesia, pero los creyentes saldrán vencedores. Lo único que nos pide es la perseverancia, la fidelidad, sabiendo que sus vidas están en buenas manos.
Es cierto que a veces la persecución puede desanimarnos. Sobre todo, esa de que habla hoy el Señor, la persecución de nuestros propios seres queridos, la persecución de los nuestros, de esos que creen también en Jesús y predican como nosotros el amor y la comprensión para todos. Por una causa inconcebible, se volverán contra nosotros, nos mirarán con desprecio disimulado o abierto, nos excluirán, nos silenciarán, nos arrinconarán.
Hay que reaccionar con serenidad, pensar que Jesucristo ya lo había predicho antes de que ocurriera. Precisamente para que cuando ocurriese permaneciéramos tranquilos, sin responder con la misma moneda de odio y desprecio. El Señor nos defenderá, él nos protegerá y nos librará. Dios no nos olvida. Tan presente nos tiene, que ni un solo cabello de la cabeza caerá sin su beneplácito. Permanezcamos siempre fieles, convencidos que mediante la paciencia ganaremos nuestras almas.
¿Cuáles son las dificultades de nuestro tiempo?, salvando las que cada uno descubre en su vivencia personal, lo que son nuestros pecados, nuestros fallos, nuestras debilidades, nuestra falta de compromiso, que todos debemos saber reconocer. Esta sociedad que nos ha tocado vivir, a la que el sentimiento religioso cada vez le resulta más indiferente, intenta empujar al creyente al olvido, quiere reducir lo religioso al ámbito de la conciencia individual, sin que este sentimiento tenga nada que aportar en el ámbito de la convivencia.
Lo religioso es considerado como antiguo, superado, que pone trabas a todo lo que signifique progreso y modernidad, incluso se etiqueta al hombre religioso como enemigo de la convivencia democracia. Es verdad que los creyentes tenemos que mirar hacia nosotros mismos y ver lo que tenemos que ir cambiando, para que, sin perder nuestra identidad, sepamos responder a los retos del hombre de nuestro tiempo, del hombre de este siglo, pero creo que todos estamos convencidos, que la vivencia religiosa auténtica, puede aportar mucho a la felicidad y a la realización individual de las personas.
Cada época tiene sus propios problemas y dificultades. No se nos pide nada que esté por encima de nuestras fuerzas. Contamos con la ayuda del mismo Jesús: Yo os daré palabras y sabiduría… Los tiempos que hoy nos toca vivir no son tiempos para el pesimismo, las quejas, la resignación o inhibición. Hoy nos toca ser los protagonistas de nuestra fe mediante el testimonio, conscientes de que el Señor está con nosotros y no nos abandona. Y nos toca vivir la fe en medio de los problemas actuales. El mensaje evangélico termina de manera consoladora: Ni un sólo cabello de vuestra cabeza se perderá. Con nuestra paciencia obtendremos la vida (v.19). La fe no nos preserva del sufrimiento, tampoco de la muerte, pero sí nos da la Vida.
Que Dios con su infinito amor, los proteja, bendiga y acompañe siempre.

cpomah@yahool.com 

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