AJEDREZ PÚBLICO

Las albricias del presidente

Por: Alfonso Torres Chávez
sábado, 24 de diciembre de 2022 · 00:00

El atentado en contra del periodista Ciro Gómez Leyva, es una expresión de la inseguridad que vivimos en todo el país. Ciro es un símbolo de la comunicación, y aunque algunos lo llaman -de manera grosera- chayotero, esto no es así. Un atentado como este recuerda en algo -al menos- el ataque contra Guillermo Cano Isaza director de El Espectador. Afortunadamente el periodista salió ileso de la agresión.
El periódico Reforma publicó la lista de los periodistas asesinados en lo que va del 2022 y son más de 10. Eso es síntoma de que el estado constitucional no funciona, no es sencillo vivir en un país en el que no se puede salir a la calle ni asomar la cabeza. Los grados de descomposición social van subiendo de tal modo que hacia las postrimerías del sexenio no tenemos mucho tiempo.
El ataque contra los medios de comunicación es un ataque contra todos. Ciro Gómez Leyva es la punta de una lista de 12 comunicadores que han sido asesinados en lo que va de la presente administración, una que por cierto prometió que se acabaría con la inseguridad, de más está decir que por supuesto la estrategia de seguridad ha fracasado. Pero lo más trascendente de todo es que el presidente insiste en el mismo punto: la creación de la Guardia Nacional no soluciona los problemas de fondo. Basta con recorrer la geografía nacional y donde se ponga la vista tenemos los mismos problemas.
La inmortalidad aún no nos ha hecho eternos. La historia nos ha enseñado que nunca es bueno repetir los mantras.
El régimen de justicia social que prometió al inicio del sexenio no es más que la punta de una serie de promesas que no se han cumplido, porque sencillamente no es posible resolver todos los problemas del país en un sexenio.
Y no se trata de asustar a nadie. Es cierto que una parte del tejido social se ha compuesto a medias. La sociedad se polariza porque el presidente abre la boca todas las mañanas en un ejercicio que en alguna ocasión el escritor y consejero del presidente John F. Kennedy, Arthur Schlesinger, le sugiriese dictar conferencias todos los días a las siete de la mañana.
El autor de Los mil días de Kennedy en la Casa Blanca era un experto en el manejo de medios.
Es cierto que Lopez Obrador ha abierto la puerta a los medios y que las mañaneras son una clase gratis de historia, pero eso no quita el punto medio: el presidente confronta a todo el país cada vez que mueve la lengua.
Presumir los logros del sexenio y atacar la historia mexicana neoliberal es cicuta: sólo sirve para envenenar a los demás e hilvanar de mala forma a la sociedad, que lo que necesita es estar cercana para resolver los problemas del país.
El sexenio llega a su cenit y no se le ve el fin todavía.
No podemos sino esperar. Desde luego no le pido a Lopez obrador que se comporte como un Lincon o como un Kennedy, porque esos son hombres de su tiempo y de su espacio, pero tampoco podemos permitir que el país se convierta todas las mañanas en un circo que sólo sirve para presumir lo que hoy no existe.

alfonsotorr@gmail.com 

 

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