BUFADORA

Así como el alcalde de Ensenada, Armando Ayala Robles, emplazó enérgicamente a los funcionarios de la Cespe a que “se pusieran las pilas” y repararan pronto la carpeta asfáltica de las calles cuando se registraba una fuga de agua, con ese mismo tono el primer edil debe exigir a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), que termine las obras que comenzó hace más de un año en varios espacios públicos de la ciudad, los cuales permanecen cerrados a la población.

 El caso más crítico es el de la playa municipal, donde se pretendía construir un módulo para que los jóvenes practicaran el skateboarding o monopatinaje, pero la empresa que ganó la licitación inició los trabajos sin el estudio de impacto ambiental, y por esa razón la Procuraduría de Protección al Ambiente (Profepa) suspendió las labores.

¿Por qué no alzan la voz el resto de nuestros representantes populares?, ¿acaso por ser del mismo partido en el poder tienen miedo a “represalias” por parte de la federación?

Cuchillito de palo
¿Pues no que Elba Esther Gordillo estaba al borde de la muerte cuando estuvo en la cárcel?

¡Ay presidente!
La expresión con la que encabezamos este comentario es de extrañeza, de sorpresa, de exaltación y, si se quiere, de lamento, porque lo que se atrevió a hacer ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia diaria, no puede considerarse como una “mañanera”, sino como un “madruguete” contra un periodista, pero también contra el Estado de Derecho, pues reveló públicamente datos personalísimos sobre los ingresos de Carlos Loret de Mola, en medio de una de las crisis más agudas de inseguridad que han sacudido a todo el país, con las muertes de cuando menos seis comunicadores de distintos estados, sólo en lo que va de este año.

 Cierta o no, la información de los ingresos de una persona que no vive del presupuesto público, debe ser privada, de acuerdo con varios ordenamientos jurídicos, pero además nada justifica el afán del hombre más poderoso de México, para conocer los ingresos de uno de sus principales críticos, que no necesariamente detractores, con todo y que -suponiendo sin conceder-, esté siendo financiado por adversarios de AMLO.

Todos debemos saber, a estar alturas, que el periodismo debe y puede ejercerse como un negocio, y que los medios de difusión son empresas privadas, como las de Carlos Slim, Emilio Azcárraga o Ricardo Salinas Pliego, a quienes no se les puede cuestionar por lo que cobran o pagan lícitamente a sus empleados, a menos que sus ingresos tengan alguna relación con el Estado.

El presidente fue más allá, al confesar que le pediría al Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), investigar más sobre este asunto, lo mismo que al Sistema de Administración Tributaria (SAT), que “cheque” (de oficio), los detalles sobre el pago de impuestos del incómodo comunicador.

Como todos lo sabemos, en el pasado muchos gobernantes, si no es que todos, se vieron tentados a actuar (como lo hicieron), contra los medios que les criticaban, hace décadas con la distribución discrecional del papel, con el envío de auditores severos, o en el mejor de los casos (que no menos dañino), con cañonazos de dinero, y en este asunto de AMLO vs Loret, no aplica ninguno de esos escenarios.

 Un dato adicional es que, en sus acusaciones, el también comandante supremo de las fuerzas armadas no sólo lanzó un duro golpe contra Loret, sino también contra las empresas que supuestamente le pagan, como Televisa, Whasington Post, El Universal, Radiópolis y Latinus, las cuales no tendrían por qué explicar sus acuerdos con el informador, y algunas de las cuales ya respondieron, aunque no a favor del mandatario.

Con todo esto, este mosco sostiene que no puede concluir nada, porque la arena está abierta, como le gusta al presidente, con gladiadores en medio de la arena, espectadores alborotados pidiendo sangre y circo, con crispación social y con una atmósfera política alterada, crispante y con muchas jornadas de fragorosa pelea por delante… pero qué necesidad… “ay presidente”.