CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

El “karma” en Texas

Por: Rael Salvador
viernes, 27 de mayo de 2022 · 00:00

A nivel de Educación Primaria, los últimos 15 años fui profesor de alumnos de 4to grado. A esa edad, entre los 10 y 11 años, lo niños experimentan la realidad como una Olimpiada del corazón —por nombrar el hecho de forma alegórica— y se articulan entre la potencial magia de los saberes y la poesía de la infancia.
Existe un encanto práctico —participativo y esperanzador— que permite a la inocencia sonreír y, de a poco, ir madurando el alfabeto de las emociones, junto a las tareas escolares.
La tragedia que se suscitó el pasado martes en la ciudad de Uvalde, Texas —cuando un joven ingresó a la escuela primaria Robb y masacró a 19 niños y a dos maestras—, se suma a una cotidiana cadena de crímenes bajo la misma fórmula de tiroteo masivo.  
Aberrante y aborrecible acontecimiento que, teniendo como telón de fondo las hipócritas muestras de políticos conmovidos (que votan por intereses que los ligan a la venta de armas), no parece ya sorprender a nadie.  
Impresionante resulta la frialdad de los hechos —tratándose de menores que parten del hogar a recibir clases y no a la espera de la muerte—, sórdida hasta en su comparación con eventos similares ocurridos en los días recientes en los Estados Unidos: Búfalo, California, New York.
Los atentados criminales en las instituciones escolares de los EU, en lo que va del 2022, tiene número: 27, entresacado de los 213 asesinatos masivos que se han presentado en lo que va del arranque del año. De la matanzas de Newtown, Connecticut —acaecida hace diez años en la Escuela Primaria de Sandy Hook y que dejó 28 muertos— a la de Uvalde, Texas, se tiene registro de cerca de 3 mil 500 tiroteos a mansalva, según las estadísticas de Gun Violence Archive. 
Sí, 3 mil 500 —¡en los 5 primeros meses!—, cifra donde los principales componentes son la arrogancia de una nación, la torpeza legislativa (que no cabildea a favor de la exigencia popular), la avaricia comercial, la rivalidad cromática (o de origen étnico), la rabia familiar y la lujuria criminal. 
¿Debe sólo centrarse la problemática en la libre venta de armas? ¡Sí!, pero también en la mierda que producen los principales medios de entretenimiento: vertedero de juegos bélicos, engañosas redes sociales, televisoras encumbradas en el delirio, que sin restricción alguna normalizan la violencia.
De la misma manera que tiene que acabar el miedo —desquiciado “temor western”, patología que surge de los inhumanos abusos de una “Norteamérica” que, en nombre de la “Libertad”, soltó bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki (por decir lo menos, después de arrebatar la tierra a los originales) y que, con similar obstinación, hoy comercia su cloaca armamentística en todo el planeta—, para que así termine la venta y compra de todo tipo de armas, que incluye las de asalto —tipo AR-15, como el que utilizó el joven Salvador Ramos en Uvalde y que EU no deja de mandar a Ucrania—, y con ello también obligarse a parar el fomento a la obscena brutalidad promovida por las toneladas de insania que producen las cadenas de entretenimiento, confundiendo la “libertad de expresión” con la “libertad de excremento”, la cual no deja de incentivar todo tipo de violencia virtual, que posteriormente se traduce en violencia real.
En el pasado, como en el presente, en las campañas de Educación Pública “no hay ninguna ley que prohíba embrutecer a la gente, la persona que en un programa televisivo está esparciendo basura no está cometiendo ningún delito”, comentó en su momento Denegri, que sabía de lo que hablaba.
¡Fuck! Sabía bien de lo que hablaba.

raelart@hotmail.com

 

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