Mujer y Poder

Contraste de alegría y de inmenso dolor

Por: Natalia Vidales de Bitterlin*
sábado, 7 de mayo de 2022 · 00:00

Este 10 de Mayo, millones de mujeres mexicanas celebrarán con sus hijos y su familia la significativa fecha en reuniones que ya son una tradición para expresar amor a quien nos dio la vida, y quien siempre veló por nuestro bienestar.

Muchas estarán felices en convivencia familiar, disfrutando los abrazos y el cariño de sus seres queridos; recibirán flores, regalos y…amor. Y esas son las privilegiadas.

Pero habrá otras que no estarán en esas condiciones; habrá otras para las que ese día su tristeza será más profunda por la irreparable ausencia de una de sus hijas.

Llorarán por sus quienes fueron asesinadas, violadas o afectadas por el resultado de un encuentro trágico con los delincuentes --y la displicencia de las autoridades, por decir lo menos-- que se multiplican cada día en el país, verdaderos monstruos que mutilan y acaban con las ilusiones y las vidas de personas inocentes, mujeres y niñas sobre todo.

De un momento a otro, en miles de hogares mexicanos, la vida cambió radicalmente, dejando un enorme dolor y angustia por la ausencia del ser querido que jamás se irá del todo, pese al dios tiempo que, dicen, va aliviando el pesar de los deudos, y trayendo los recuerdos a manera de consuelo. Pero no, no hay ningún consuelo ni dolor más grande que la pérdida de un hijo, sobre todo en condiciones de violencia.

Recordamos y todavía se nos desgarra el corazón, cuando nuestra madre recibió la noticia de la muerte de su hijo Ernesto, hace más de 30 años. Nunca la vida familiar volvió a ser la misma y fueron años de postración y llanto inconsolable; nunca se repuso y nunca las reuniones familiares volvieron a ser iguales que cuando el hijo menor era parte de nuestro núcleo.

Las condiciones de su muerte: secuestro y asesinato, tuvieron mucho que ver para que nunca se pudiera recuperar porque una muerte violenta, de furia y odio, agranda el dolor de la pérdida.

Y este 10 de Mayo habrá millones de mujeres sufriendo lo indescriptible por los feminicidios de sus hijas en manos de verdaderas bestias que abusaron de su debilidad para cometer su fechoría y, de remate, salir airosos de la justicia.

Ellas merecen nuestro apoyo y la atención de las autoridades correspondientes y, por supuesto, del propio presidente quien ha minimizado el femenicidio y el ensañamiento contra las mujeres de parte de hombres misóginos y no ha tenido ni empatía con ellas, ni solidaridad.

Parece que todo para él se reduce al cálculo político, aunque el tema de las mujeres y de la violencia en sus contras, sumado al cierre de las guarderías de las madres trabajadoras, de los refugios para las violentadas y la cancelación de las escuelas de tiempo completo, son facturas pendientes de su cobro.

Desgarradoras historias nos llegan a través de las redes de casos de pequeñitas violadas y asesinadas, de jovencitas y de mujeres que pensaron podían andar con libertad en las calles de nuestro país y que encontraron la muerte inesperadamente.

Y mientras esto sucede todos los días, el inquilino de palacio se dedica a pronunciar discursos retadores, de división, de odio de clase, de ofrecer ¨abrazos no balazos¨ a los delincuentes.

Y la violencia y la muerte continúan.
Este 10 de Mayo hay un contraste en los hogares mexicanos, entre la alegría de unas y el inmenso dolor, de otras.

¿Qué decirles a esas madres que día a día mueren de dolor por la desaparición o muerte de sus hijas? No hay palabras; solo acompañarlas en su demanda de justicia.

El presidente les ha quedado a deber.
 

...