UNA MIRADA HACIA LA INFANCIA

La dolencia de un niño

Por: Psic. Laura Elena Beltrán Padilla*
jueves, 4 de agosto de 2022 · 00:00

Investigaciones recientes indican la prevalencia de malestares físicos cuando un niño enfrenta situaciones estresantes. Las enfermedades psicosomáticas pueden estar enmascarando una serie de dificultades emocionales, por ello, es importante que especialistas en pediatría y psicología trabajen de manera estrecha para que, con base en criterios clínicos, logren determinar el origen de los síntomas de un paciente, así mismo, intervenir y orientar a los padres de familia para su mejora.  
El crecimiento y desarrollo de un menor, no cabe duda, están íntimamente ligados. El cuerpo y la mente trabajan de manera sistémica y van respondiendo a las exigencias del ambiente. Dolores crónicos se hacen cada vez más presentes en la vida de un menor desde muy temprana edad. Las fibras sensitivas tienen memoria y si un pequeño estuvo expuesto a situaciones estresantes desde la vida intrauterina, al nacer o durante los primeros años de vida quedará grabado como algo significativo en las células de su cuerpo y mente.
Un padecimiento recurrente en un niño puede ser el estomacal, una cefalea o dolores de articulaciones, así me han llegado casos últimamente, más aún, por estreñimiento. Al tomar el historial, uno va dilucidando qué puede estar influyendo en la salud integral. De primera instancia, recomiendo que el menor reciba atención pediátrica, si no la ha tenido recientemente, para que sea valorado su sistema fisiológico, ya que los síntomas pueden encubrirse por varios motivos. Por ejemplo, uno puede sentirse por la mañana con mucho cansancio y relacionarlo con un trabajo excesivo, pero, al hacerse estudios de gabinete resulta ser que trae una anemia importante.
Cuando se ha descartado una condición médica, entonces sí, se debe ser riguroso para llegar a la parte medular de por qué el niño está teniendo tales o cuales manifestaciones y dificultades. En mi experiencia, los pequeños con problemas de estreñimiento crónico sufren de ansiedad incrementada. Los primeros auxilios psicológicos son cada vez más necesarios en las unidades de urgencias hospitalarias. Tal vez no hayamos pasado en la vida por un dolor agudo, pero, al ver a un hijo o nieto con un dolor intenso, en estado de crisis sí que es angustiante, rebasa sobremanera.
Se ha visto en estudios de seguimiento que los niños incrementan su ansiedad en ciertos periodos de transición en la vida, por ejemplo, al dejar el pañal, entrar a la escuela por primera vez o terminar un ciclo escolar, con las actividades finales de exigencia. No se diga cuando son factores ambientales generados dentro del hogar pudiendo ser: La separación de los padres, algún tipo de abuso, maltrato intrafamiliar; negligencia o carencias afectivas. Lo que sí, el cuerpo impacta en la mente y viceversa. Por ello es importante realizar una buena entrevista que indique al especialista por qué el niño está presentando ansiedad, angustia e inclusive depresión.
Queda claro que la intervención multidisciplinar es fundamental, a través de los expertos en salud y que no se debe de tomar a la ligera, encubrir solo con un medicamento y, más aún, si no se tiene la certeza de lo que está llevando a esa dirección. La responsabilidad es del equipo médico, psicológico y de los padres de familia; el niño está a expensas de las decisiones de los adultos, del buen manejo y tratamiento.
Hace poco, recibí una llamada iniciando el día, se escuchó la voz de desesperación de una madre, casi al punto del llanto, ya que pasó en vela toda la noche en el hospital. Su hijo, de 4 años, ya había sido tratado con enemas en varias ocasiones debido a que retenía las heces por varios días hasta generarle un dolor agudo abdominal. Un verdadero viacrucis para el menor y no se diga para los padres de familia, ya que estaban sufriendo por el más pequeño del hogar.
En su historia, al menor se le brindó sucedáneo desde un inicio, la lactancia le fue negada, nació prematuro a las 36 semanas y recibió cambios de leche en varias ocasiones debido a cólicos y estreñimiento persistentes. Se estabilizó un poco a la edad de 6 meses, al inicio de la alimentación complementaria, entonces sobrellevó su padecimiento, pero al entrar a la guardería y quitarle el pañal, a los casi 3 años, se mostró reactivo y difícil con el proceso de dejarlo. En sus estudios de laboratorio y radiografía todo estuvo dentro de lo normal, fue entonces cuando se le derivó a psicología pediátrica para valorar su caso más detenidamente.
Resultado: Padres de tendencia aprensiva, controladores, menor en etapa egocéntrica queriendo ser el centro de atención, un problema latente gastrointestinal desarrollado desde temprana edad por inmadurez fisiológica aunado esto a intolerancia alimentaria. Como consecuencia se dan las recomendaciones pertinentes como son el modificar el estilo de crianza, reforzar lo positivo, estimulación acuática para el menor, alimentación saludable y seguimiento médico preventivo. ¡Santo remedio! En pocos días, el problema estaba resuelto.
Por tanto, ante un problema específico, es importante que se inicien los tratamientos convenientes. Son muchos los factores a considerar, pero algunos se tienen que descartar para llegar a la parte medular del padecimiento, ya que entre más temprano se detecte, mejores oportunidades de mejora.

*Posgrado en psicoterapia de niños

laurabelpad@gmail.com 

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