REFLEXIONES DE UN ABUELO

Anécdotas con mascotas (Parte 1)

Por: Rafael Rach Solana
viernes, 3 de febrero de 2023 · 00:00

Homo sapiens tiene menos de quinientos mil años como especie. A lo largo de su largo caminar por la tierra ha entablado una relación más o menos cordial con el resto de los seres vivos. En particular, con los otros miembros del grupo faunístico ha sido una relación un tanto inestable y ciertamente curiosa. Sapiens, al principio, jugaba un papel poco relevante en la cadena trófica, en una posición intermedia: comía de animales disponibles (vivos o muertos) y recolectaba plantas, pero también era perseguido por grandes fieras; en palabras de Hararí: "era un componente nada distinguido en la red trófica". Sin embargo, a medida que aprende el humano se vuelve más importante y empieza a dejar una huella ecológica más profunda. Ya como cazador, la fauna a su alrededor percibe que sapiens es en verdad peligroso. Parte de la fauna, precavida por la presencia de una banda de humanos se aleja y esconde. Otra, con mayor intuición, como los chacales y los lobos, adoptan una actitud de "acompañamiento" en la cacería, donde aprovechan los restos del producto de la caza; esto hace unos doscientos mil años. Cuando sapiens se hace sedentario, algunos de esos componentes de la fauna son seleccionados de manera artificial y los convierte en parte de su entorno. De allí pasan muchas cosas: a los animales seleccionados artificialmente se les "adopta" y los humanos los usan para gran cantidad de actividades: para cazar, de compañía, como proveedores de alimento y otras actividades. Solo doce mil años después, ya en pleno siglo XXI, la fauna asociada íntimamente con el humano, a la cual llamamos "doméstica", equivale aproximadamente al 70% de la biomasa global del total de animales que viven en el mundo (el otro 30% es la biomasa de los humanos y la fauna silvestre). Para dimensionar lo anterior, pondré un ejemplo muy simple: Un gato adulto pesa 4.5kg y un león 150kg. Una estimación más o menos razonable, en nuestro planeta se calcula que existen un total de 600 millones de gatos domésticos1 (27 mil toneladas de gatos doméstico vivo). Por su parte, se estima que el total de leones que viven de manera silvestre, en 27 países, alcanzan un total de 200 mil individuos. Es decir, bajo estos cálculos "alegres", existen 3,000 gatos domésticos por cada león de vida silvestre (30 mil toneladas).
Los cálculos anteriores nos dan cuenta del enorme desbalance que hemos creado en el equilibrio ecológico. Me explico. Los leones en su estado natural requieren de alimento y espacio para mantener sus 30 mil toneladas, aunque su huella ecológica es muy superficial. Los gatos domésticos, por su parte, dependen de lo que el humano les provee, quien debe mantener 27 mil toneladas de "mininos". Para ello, ha desarrollado una gran industria alimentaria, la cual depende de energía y de envases no degradables. Demandan accesorios como juguetes y almohadones. Hay que llevarlos con veterinarios; una de mis hijas es dueña de un gato que padece gastritis. Incluso, en algunas poblaciones humanas a las mascotas se les destinan espacios para su esparcimiento. Por si fuera poco, hoy una gran cantidad de personas de buena voluntad empujan porque se reconozcan los derechos a estos animales domésticos. Eso está bien hasta cierto punto; aunque lamentablemente en una gran cantidad de casos los animales domésticos como componentes de la antropósfera son confundidos, en el discurso, con la fauna silvestre (de esto abundaré más adelante). Los movimientos animalistas demandan cabildeos en parlamentos y salas en cortes para analizar los derechos de sus mascotas y, por tanto, utilizan recursos energéticos, espacios y otros. En algunas ocasiones, es necesario traer al mejor litigante de cualquier parte del mundo como consultor. En fin, todo esto con su consecuente desequilibrio ecológico.
El espacio en la columna siempre es reducido, por lo que por ahora sólo dejo esta reflexión y en las siguientes abordaré con más detalle cada uno de los puntos mencionados.

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