DÍA DEL SEÑOR

I Domingo Tiempo de Adviento Ciclo “B”

Por Padre Carlos Poma
domingo, 3 de diciembre de 2017 · 00:00

“Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento” (Mc 13, 33-37)

Hoy iniciamos un nuevo Año Litúrgico (Ciclo “B”), también comenzamos el Primer Domingo de Adviento, tiempo de espera para la venida de Cristo.

En el Evangelio, Marcos nos presenta a Jesús, que vendrá y nos dice: “ustedes vigilen”. El Señor nos pide repetidamente estar atentos a su venida, preparándonos para recibirlo cuando venga como Justo Juez. Este llamado es aún más insistente durante este tiempo, ya que nos estamos preparando para conmemorar en Navidad la primera venida de Jesús.

En momentos de miedo, de desesperanza y pesimismo, muy presente en amplios sectores de nuestro mundo, provocados por la crisis económica, las guerras, las hambrunas, el Adviento es un tiempo de esperanza.

En este tiempo litúrgico del Adviento se nos pide que vivamos siempre vigilantes y dispuestos, para que cuando el Señor llegue nos encuentre bien preparados para poder recibirle con dignidad. Por eso en este primer domingo del Adviento hagamos el propósito firme de ser siempre personas espiritualmente activas, para que cuando el Señor venga definitivamente a nuestro encuentro, no nos encuentre dormidos.

El Adviento nos prepara, nos ayuda a tomar conciencia, a romper el ritmo ordinario y ponernos en alerta, en vigilancia, porque Dios va a venir a nuestras vidas, por eso la primera invitación del Adviento es “velar”, es una vigilancia activa, que va dando calidad a lo que hacemos cada día. Velar es la mejor manera para trabajar nuestro interior, purificando nuestro corazón y limpiándolo de malas intenciones, para que Dios “tome posesión” de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestras comunidades cristianas.

En cada Eucaristía que celebramos se hace presente la Navidad, porque Dios “baja”, se encarna, se hace hombre, pan, alimento, para que no perdamos la esperanza. Con gran urgencia y en las circunstancias de nuestro tiempo hemos de clamar: ¡Ven, Señor! Ven a tu mundo, en la forma que tú sabes. Ven donde hay injusticia y violencia. Ven donde no está presente la verdad, la paz que tú vienes a proclamar, ven donde aún no vivimos como hermanos, en tantos lugares del mundo. Ven donde dominan quienes te han olvidado y viven solo para sí mismos. Ven donde eres desconocido. Ven a tu mundo y renueva el mundo de hoy. Ven y renueva nuestra vida, ven a nuestros corazones para que nosotros podamos ser luz de Dios, presencia tuya en nuestro mundo.

Esperar esta llegada constante y silenciosa del Señor, es la mejor manera de evitar que pase de largo... y de prepararnos (sin expectativas enfermizas, como proponen las sectas) a la Segunda Venida que debemos esperar llenos de alegría y esperanza...

No viene un verdugo, un enemigo, sino Jesús, nuestro hermano y amigo querido. Por lo tanto nuestra vida entera es un Adviento para este encuentro, una preparación gozosa. Por eso el Adviento es un tiempo de alegre esperanza, tiempo de aumentar nuestra cercanía y amistad con Dios (fuente de la más profunda felicidad), el Dios fiel que está siempre con nosotros.

Que la preparación para recibir a Jesús, nos conceda siempre estar en vela, para que Él con su venida nos proteja, acompañe y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com

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