COLUMNA CETYS

Soltar para crecer... una historia que nació en Cetys

Por Alejandra Fernández Suárez
miércoles, 19 de julio de 2017 · 00:00
En estos días que las graduaciones están terminando, me recuerda cuando con 17 años estaba aventando mi birrete por los aires de la escuela, pensando en el nuevo camino que tenía enfrente y que solo me quedaban 3 semanas para iniciar mi viaje en otra ciudad. Escuche muchas veces a mi madre decirme que tenía que irme, salir, vivir, volar, y a mi padre, tratando de ocultar su corazón apachurrado, soltarme para mi nueva vida.
Hoy que escucho a las madres de los nuevos graduados hablar sobre cómo sus pequeños se van a vivir solos, mencionar su preocupación, tal como lo hacía mi madre a escondidas de mí para que no me preocupara, quisiera decirles que los dejen ir, que sus hijos estarán bien, que han hecho bien su trabajo, pero esto obviamente no lo puedo asegurar.
Lo que sí puedo asegurar, es que la nueva experiencia a la que se van a enfrentar los va a hacer crecer a ambos. Yo recuerdo mis primeros días viviendo sola, era como si todo lo que había visto a mi madre hacer durante esos 17 años de repente estaba siendo replicado por mi mente sin darme cuenta, la forma de limpiar, de lavar, de acomodar la ropa, de hacer el mandado y de cocinar. No se preocupen madres, sus hijos no se van a morir de hambre, tal vez tengan que comer comida quemada o cruda, pero si durante una semana tienen que degustar puro atún o sopa instantánea eso les enseñara a administrar mejor sus gastos futuros.
Es durante esta experiencia, cuando se crece, se madura, se aprende, pero sobre todo te conoces. Yo me di cuenta de quién era, de lo que aprendí en casa, de mis valores, mis límites, y lo que significa la familia. Así que mamás no se preocupen, es en este momento cuando sabemos que nos podemos valer por nosotros y sale a relucir todo lo que nos enseñaron y repitieron una y otra vez pensando que no estábamos escuchando.
Pero ahí no para todo, porque durante la universidad les dije a mis padres que me iba de intercambio cruzando el océano, a un país que no conocía, que no entendía su idioma y que me iba sola. Qué bueno que lo hice por teléfono porque sus caras seguro estaban para foto, pero aun así me apoyaron. Yo pensé que estaba lista, pero tenía aún mucho que aprender sobre mí.
Mamás, si sus hijos quieren vivir esta experiencia y tienen la posibilidad, apóyenlos, porque estos son los momentos en los que uno se reconoce. Había aprendido que era capaz de vivir sola y de guiarme según mis límites y entorno, pero durante esos meses surgió mi instinto, mi fuerza, mi capacidad y realmente aprendí de lo que era capaz.
Mis padres, años atrás, con el corazón en la mano, me soltaron y me dejaron ir a enfrentarme a la vida, así como muchas de ustedes lo hacen hoy con sus hijos deseosos de conocer el mundo. Confíen en ellos y en ustedes, en lo que les enseñaron y en su carácter.
Estoy segura que dentro de unos años ellos les agradecerán, así como yo lo hago con mis padres, su sacrificio, las lágrimas en cada ida al aeropuerto, las diez visitas entre semestre, y las llamadas a todas horas del día.

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