LA BRÚJULA

Construir una sociedad

Por Heberto Peterson Legrand
lunes, 22 de octubre de 2018 · 00:00

La sociedad democrática se construye con las más diversas acciones: Con ciudadanos muy trabajadores que ponen todos sus talentos al servicio del bien común; con instituciones educativas que tienen como paradigma una educación de calidad que implique la formación profesional y altamente calificada de maestros que sean capaces de vivenciar los valores que los educandos requieren en el proceso de su formación; con un estado de derecho que ofrezca a los ciudadanos la garantía de la ley y el respeto a sus derechos; en la cual se encarna la justicia como el deseo de dar a cada quien lo suyo, lo que le corresponde, lo que es de él; un sistema de salud capaz de garantizar a todos el acceso a los servicios médicos que les permita estar en condiciones de realizarse con mayor plenitud; con unos medios de información que reconozcan el derecho a la información y hagan de la verdad su norma; personas capaces de ejercitar la crítica constructiva y de vivenciar la libertad que se requiere para dar testimonio de su modo de pensar; con personas capaces de disentir, de presentar argumentos pero siempre honrando el respeto y no caer en el insulto de quienes carecen de argumentos.

Toda sociedad es plural y ello nos lleva a disentir en distintos campos: el político, el religioso, el económico etcétera, y debemos confrontar las distintas cosmovisiones siempre animados por encontrar la verdad y estar dispuestos a corregir cuando no nos asista la razón.

El diálogo es vital para construir una sociedad, pero para ello se necesita respetar a la persona del otro. Exponer nuestro modo de pensar, hacer sentir nuestra inconformidad es un derecho que nos asiste, pero insultar no.

Hoy en día a nivel mundial parece ser que las tensiones dentro de las sociedades se agudizan y ello preocupa porque la disposición al diálogo es muy difícil, y por lo tanto la solución de los problemas mucho más lejano.

Cuando en los distintos ámbitos se llevan a cabo acciones que son o parecen injustas ello provoca reacciones de inconformidad en los integrantes de la sociedad más cuando las condiciones en que vive la gran mayoría son de limitaciones, de privaciones. Las reacciones son distintos grados de intensidad: las hay débiles y el sismógrafo político no sufre sacudimiento alguno, pero las hay muy intensas y el sismógrafo se mueve agitadamente mandando señales de peligro.

Dialogar es estar atentos, abiertos a lo que los otros piensan; el diálogo es también para llegar a algún acuerdo donde podemos reafirmar lo dicho o hecho o para reconocer un error, una equivocación y corregir, no hay peor cosa que la inflexibilidad.

Una sociedad no se construye de la noche a la mañana, requiere de mucho tiempo y de perseverancia, constancia y cuidado de no perder el rumbo, porque ello trae como consecuencia un retroceso al volver andar lo andado, es más difícil, sobre todo cuando se pierde la credibilidad y deja de haber solidaridad entre los miembros de una sociedad.

Una sociedad participativa y solidaria es vital para la construcción de una entidad política; una comunidad pasiva, carente de todo compromiso siempre será un factor de estancamiento, de no crecimiento y no maduración.
 

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