LA TURICATA

Héroes ignorados

Por José Carrillo Cedillo
lunes, 19 de noviembre de 2018 · 00:00

Me encontraba dando mi clase en la Normal de Maestros como todos los días, cuando intespectivanmente entró la señorita secretaria de la escuela y me dijo: maestro le llaman por teléfono en la dirección. Le dije al grupo: no me tardo y salí tras la señorita pensando en quién sería? Al tomar la bocina reconocí inmediatamente la voz, era mi esposa… mi amor, te llamo porque sucedió un accidente en la casa de tus padres.

Regresé apresuradamente al salón y les dije a mis alumnos… tengo algo muy urgente que atender, nos vemos mañana. Tomé mi auto y enfilé hacia la casa de mis padres con la cabeza llena de preguntas.

Arribé sin que patrulla alguna me detuviera por mi exceso de velocidad, estaban todas en el sitio, mi casa había sido presa de las llamas y una vecina al verme entre el gentío de curiosos, me dijo: sus papás se fueron en una ambulancia al Hospital de la Villa… me dirigí al lugar y solicité permiso de ingresar, a la primera que encontré fue a mi mamá, quien con lágrimas en los ojos me resumió lo acontecido y de ahí fui a ver a mi papá, solicité al doctor su permiso para trasladarlos al Hospital del Issste y me lo dio.

Una vez ahí pude calmarme y razonar. Sucede que enfrente de la casa había una tortillería y una pipa de gas estaba surtiendo el pedido cuando se rompió una manguera y la nube de gas inundó toda mi casa, mis padres estaban desayunando en la cocina y ambos salieron al patio por la curiosidad de ver que sucedía.

Eso les salvó la vida, pues el gas al encontrar la flama del comal estalló en una fracción de segundo, aún así resultaron con quemaduras de tercer grado en los brazos y en sus rostros pues en el patio había un gran árbol que se incendió. Mi padre saltó la barda hacia la casa vecina y mi madre creyendo equivocadamente que la había abandonado a su suerte, gritaba pidiéndole que regresara por ella. Mi padre apareció en la cresta de la barda, había ido por una escalera que los vecinos le facilitaron y con ello mi madre pudo salir hacia la casa contigua. Los amigos llamaron una ambulancia. Los mismos llamaron a mi casa y de casualidad estaba mi esposa. Días después fueron dados de alta y… a dónde se iban?

A mi casa… cederles una recámara. Pero antes había que comprarles ropa, toda su casa desapareció.

Pasaron un mes con nosotros y recuerdo cómo mi madre nos despertaba a medio sueño con sus gritos llamando a mi papá… ¡¡Sebas, no me dejes morir!! Tuvimos, mi esposa y yo, que explicarles lo que sucedía a nuestros pequeños hijos. Pero sucede que no fue la única casa que se incendió, fueron seis y después se supo por declaraciones de las señoras trabajadoras de la tortillería que el chofer, al ver lo que sucedía, en medio de las llamas que rodeaban al camión alcanzó a sacar una válvula de seguro lo que lanzó las llamas hacia arriba como un gran soplete. Desde luego el señor murió desgraciadamente, pero su acto de heroísmo consistió en que si no lo hubiera hecho la pipa habría explotado, calcularon que hubieran desaparecido alrededor de seis manzanas con un número incalculable de muertos.

Cuantos héroes ignorados como el señor citado nos habrán salvado alguna vez?

De vez en cuando recuerdo lo narrado y siempre, termino llorando.
jcarrillocedillo@hotmail.com
 

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