Domingo XII Tiempo Ordinario Ciclo “A”
“No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo”(Mt 10,26-33)El jueves pasado celebramos en México, la fiesta de Corpus Christi, es por eso que hoy continuamos con el Tiempo Ordinario.
Jesús, en el evangelio de hoy, después de elegir a los doce, los envía a predicar y los instruye. Les advierte acerca de la persecución que posiblemente sufrirán y les aconseja cuál debe ser su actitud: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar al lugar de castigo el alma y el cuerpo”.
La primera invitación de Jesús es a no temer; el temor forma parte de la naturaleza humana. Se teme lo desconocido, generalmente a la oscuridad, a la soledad, a la enfermedad, al peligro en general. No es malo tener miedo, en ocasiones, es sano, pero el temor también puede ser enfermizo y puede producir personas inestables, enfermizas, espiritualmente enclenques.
El temor hace incapaz al ser humano de dar testimonio de su fe. El temor puede hacer que alguien traicione sus principios con tal de "salir bien librado” del problema. ¡Cuántas personas a lo largo de la historia negaron de su fe por miedo! ¡Cuántos matrimonios destruidos por causa del temor a decir en todo momento la verdad y hablar con la verdad y en la caridad! ¡Cuántas vocaciones echadas a perder por el temor a quedar bien con los hombres pero no con Dios! Cristo hoy nos invita a no tener miedo y a valorarnos en su justa medida. Somos hijos de Dios, ¿a qué le debemos de temer? Sólo a aquel que nos puede echar de su presencia en cuerpo y alma a las penas eternas.
No estamos solos, tenemos que confiar en que Dios estará junto a nosotros en los momentos difíciles nos da valentía para anunciar las palabras de Jesús a plena luz, y nos da la energía capaz de obrar el bien, para que por medio de nuestras obras la gente pueda dar gloria al Padre celestial.
La otra de las razones para no temer es el amor compasivo de Dios. A Dios le importan hasta los pequeños gorriones, pájaros que, en este versículo, se convierten en un símbolo de valor inconsecuente. Por muchos años pensaba que el significado de este versículo era que, en la época de Jesús, un gorrión casi no valía nada, se refuerza la idea que el gorrión no vale nada anotando que, en San Lucas 12, 6, Jesús habla de cinco gorriones vendidos por dos centavos mientras que san Mateo habla de dos gorriones vendidos por un centavo. Se ve el poco valor que tenían estos pájaros, haciendo la comparación con el ser humano, que muchas veces las personas valoran más a los animales que a las personas.
El Dios que se preocupa por un pequeño pajarito también se preocupa por las cosas pequeñas de nuestras vidas, hasta de nuestro cabello. Dios nos ama por medio de lo pequeño para demostrarnos la grandeza de su amor por nosotros, y por lo tanto concluyendo y diciendo que también los animales deben tener un valor para nosotros cuidándolos, pero no valorarlos más que a los seres humanos.
Jesús promete lealtad a aquellos que le son fieles a Él. Si reconocemos a Jesús ante los demás, Jesús nos reconocerá ante el Padre en el cielo. Sin embargo, si negamos a Jesús ante los demás, Él nos negará a nosotros ante el Padre. Si Jesús es nuestro defensor, no podemos perder.
Que el Espíritu de Dios los acompañe, proteja y bendiga siempre.
cpomah@yahoo.com
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