Ensenada en la Cultura

Los orígenes de San Quintín

domingo, 13 de enero de 2013 · 00:00

Ensenada, B. C. - San Quintín es un pueblo que ha sido sistemáticamente habitado y abandonado durante varias épocas, razón por la que es muy complicado definir una fecha de fundación.
Probablemente sería más correcto hablar de la refundación moderna de San Quintín, debido a que por mucho tiempo estuvo poblado antiguamente por indígenas.
Posteriormente, hubo por lo menos cinco épocas en las que se intentó establecer núcleos poblacionales permanentes. En el presente articulo, se exponen algunos de los motivos que dieron origen a cada una de las cinco distintas épocas que podemos identificar como: 1).- Indígenas, los primeros pobladores, 2).- La época de explotación de las salinas, 3).- El establecimiento de las compañías colonizadoras americana e inglesa, 4).- La repatriación de colonos solicitantes de tierras en 1931, y la última parte, un capitulo 5 y que llamamos “La Concesión Orendain”.

Indígenas, los primeros pobladores
La permanencia humana en la región, es cercana a los 10 mil años. De los primeros pobladores de la Bahía de San Quintín es posible encontrar numerosas evidencias arqueológicas, como antiguos concheros, manos de metate y puntas de flechas diseminadas en amplias zonas, así como algunas cuevas antiguamente habitadas por los indígenas. Las cuevas están situadas en las costas de Bahía Falsa.
La primera referencia que un europeo hace de indígenas en San Quintín, se debe a Juan Rodríguez Cabrillo, cuando llega a la bahía el 8 de septiembre de 1542, dándole el nombre de Bahía de la Posesión. Cabrillo encontró algunos indios pescadores que estaban pintados con betún blanco en muslos , cuerpo y brazos, vestidos con pieles de venado y armados con arcos y flechas.
Otro  navegante que hace mención de la población indígena de la Bahía de San Quintín, es Sebastián Vizcaíno que llega a la bahía el 12 de octubre de 1602. La primera mención que se hace de San Quintín desde su exploración por tierra, corresponde al padre de la orden franciscana Junípero Serra, que el día 28 de mayo de 1769 llega a los terrenos de San Quintín, donde encuentra algunos indígenas con actitudes belicosas que sólo fue posible ver desde lejos.
En la región de San Quintín y sus alrededores confluyeron varias tribus indígenas. Por cierto, son los kiliwas los últimos habitantes nativos de la región de San Quintín. Al respecto, existe un documento en el que Juan de Dios Angulo, subprefecto de la Frontera Norte de Baja California, confirma y avala el nombramiento del capitán kiliwa Luciano Espinoza, dado en San Quintín el 13 de mayo de 1862.

Explotación de las salinas
La explotación de cuatro salinas constituye una de las primeras empresas que se establecieron en San Quintín. Sus inicios se remontan a 1829, cuando José María Echendía concedió permiso a un barco ruso para extraer sal del puerto de San Quintín. Se les cobraba cuatro reales de derechos por fanega. También acudían embarcaciones procedentes de los Estados Unidos, pero éstas no pagaban el impuesto.
El interés que los extranjeros mostraban por la sal de San Quintín despertó a los primeros mexicanos y pronto estarían participando. Manuel de Jesús Castro solicitó la propiedad de las salinas en 1854. La venta de sal originó en 1855 la apertura extraoficial del Puerto de San Quintín, con notable beneficio para la localidad. Cada tres o cuatro meses llegaba un buque a cargar 150 o 200 toneladas de sal que se exportaba a la Alta California. Así fueron recaudados por derechos de exportación 8 mil 85 pesos en 1855; 4 mil 619 en 1856 y 2 mil 500 en 1857, siendo estas cantidades los únicos ingresos produjo la Frontera a la hacienda nacional.
La sal era de muy buena calidad, pero el negocio no dio resultados favorables, debido a las dificultades del transporte para llevar el producto hasta San Francisco y a que eran más accesibles otros lugares que también tenían depósitos de sal. Para 1902, la extracción de sal en San Quintín ya estaba en pleno abandono.

Las compañías colonizadoras extranjeras
La idea de colonizar los territorios con amplias extensiones despobladas, tiene fuertes impulsos a partir de la independencia de México, por lo que se impulsan leyes que favorecen la inversión extranjera y permiten a los inversionistas adquirir grandes extensiones de terreno. Así llega la Compañía Internacional de México, también llamada Compañía Americana, que con capitales extranjeros compran 5 millones 394 mil 989 hectáreas en la parte norte de la península.
La compañía fue creciendo rápidamente y para 1887 ya tenía el primer mapa urbano de Ensenada y contaba con una línea de vapores, el Hotel Iturbide, teléfono y telégrafo, cinco tiendas de mercancía general, dos hoteles, cuatro barberías, dos confiterías, dos herrerías, una joyería, una empacadora, tres molinos de harina y una fábrica de zapatos.
En San Quintín, se  proyecta la Colonia Romero Rubio, en honor al licenciado Manuel Romero Rubio, ministro de Gobernación y padre de Carmelita, la esposa de don Porfirio Díaz: Esta colonia se desarrolla a pasos agigantados y para noviembre de 1887 tenía alrededor de 300 o 400 personas de muchas familias, tanto estadounidenses como mexicanas.
La verdad es que la compañía ya para entonces tenía muchos problemas y se estaba descapitalizando rápidamente, debido a que la empresa abarcaba una gran extensión de tierras y estas requerían de mayor inversión en infraestructura. Además cometía frecuentes fraudes con sus clientes, por lo que la gente empieza a abandonar el sitio y para agosto de 1888, sólo se registraron 56 personas.
Así, el 11 de mayo de 1889, en la ciudad de Londres, se llevó a cabo el traspaso de la Compañía Americana a favor de la Compañía Inglesa, que hace fuertes inversiones y construye un gran molino harinero, funda los ranchos El Papalote, Rancho Seco y Las Escobas, que proporcionarían el trigo para el molino, así como un ferrocarril que iría de San Quintín a Ensenada. En medio de la fiebre de construcción y cuando ya se tenían 26 kilómetros tendidos de vía, el presidente Porfirio Díaz llamó a los directores de la compañía a la ciudad de México. Los habían acusado de complicidad en un nuevo intento filibustero para apoderarse de la región.
La compañía sale bien librada del incidente, pero los problemas se acrecentaron y finalmente se procedió a la revocación de la concesión, acto que fue confirmado por el presidente de México, Venustiano Carranza, el 17 de abril de 1917.     

Los repatriados de 1931
Este es uno de los capítulos más interesantes en las épocas de colonización moderna del Valle de San Quintín. Su historia comienza el 3 de junio de 1931 en Los Ángeles, California, cuando un grupo de 20 familias mexicanas, organizadas por Alfredo J. Pérez,  deciden solicitar tierras en México, su país de origen.
La solicitud fue firmada por los señores Joaquín Robledo y Manuel C. Martínez y fue dirigida al entonces secretario de Gobernación, coronel Carlos Riva Palacio. En la carta se menciona la adhesión a una Empresa Cooperativa de Fomento General de San Quintín, B. C., que algunos de sus compañeros ya habían formado en San Quintín. También se menciona que saldría de Los Ángeles el mayor contingente posible de familias, y que para trasladar el menaje de casa e implementos agrícolas, ya se contaba con una pequeña embarcación.
En efecto, “El barco con el cargamento salió del puerto de San Pedro, California, y a finales de noviembre llegó al puerto de  Ensenada, justo cuando se presentaban los vientos Santa Ana. Aun así, bajaron del barco y se fueron a la cantina Hussong; pero, ¡cuál no sería su sorpresa!, que cuando regresaron al barco, éste se había hundido en la Bahía de Ensenada, frente al Hotel Riviera. Mientras tanto, por tierra venían 22 familias y cuando llegaron a Ensenada y ver el tremendo desastre, varias de ellas se regresaron a sus lugares de procedencia.
De estas familias solo ocho siguieron hacia el sur: Ramírez, Torres, Chaires, Bañales, Hernández, Velarde, Padilla, y Monge.
Las familias se distribuyeron geográficamente en varias zonas del valle: las familias Hernández, Chaires y Torres, en la colonia Vicente Guerrero; las familias Velarde, Bañales y Padilla, se quedaron en Santa María; y las familias Ramírez y Monge, se asentaron en San Quintín, tomando posesión de los abandonados ranchos Las Escobas y El Papalote, respectivamente.
Lo cierto es que este grupo de colonos se arraigó a las tierras del Valle, por lo que aquí se sentaron las bases para dar lugar a un futuro y renovado pueblo de San Quintín, donde  ya no cabría el abandono, sino el pleno y pujante crecimiento. Sólo faltaba el reconocimiento pleno por la posesión de las tierras y un nuevo plan que contemplara el trazo urbano de la futura ciudad.

La concesión Orendain
Pocos años después de que se habían asentado los colonos repatriados de 1931, la posesión de la tierra en el Valle de San Quintín adquiere un nuevo giro y se inicia una nueva etapa para toda la región. La historia se puede resumir en algunas importantes fechas que marcaron el rumbo y en los siguientes años, todo sería prosperidad y crecimiento poblacional. A esta historia le decidimos llamar “La concesión Orendain”. Creemos que aquí es donde se puede ubicar la fecha exacta de la fundación moderna de San Quintín.
Ubicamos los antecedentes inmediatos el 12 de mayo de 1944 en el Diario Oficial, que resalta el acuerdo que suspende la aceptación y trámite de nuevas solicitudes de arrendamiento o venta, así como nuevos avisos de ocupación de los terrenos nacionales del Valle de San Quintín, B.  C., en virtud de que una gran extensión de terrenos conocidos con el nombre de San Quintín se le otorgan a la familia Orendain, para compensar las siete pequeñas propiedades expropiadas en el municipio de Magdalena, Estado de Jalisco, conocidas como “El Molino”, “Santiaguito”, Fracción de “San Rafael y Providencia”, “San Gabriel”, “San Juan”, “San Pedro” y “La Presa”.
El nuevo titulo de las tierras de la familia Orendain fue firmado por el presidente de México, Miguel Alemán Valdez el 12 de marzo de 1947. Básicamente, en el contrato se obliga a los nuevos propietarios a realizar los trabajos de deslinde de los terrenos que dieron origen a un nuevo fraccionamiento de San Quintín. En ese mismo deslinde, se da posesión a los primeros colonos que adquirieron terrenos y son incluidos linderos dentro del fraccionamiento, todas aquellas posesiones de tierras y ranchos que ya se encontraban establecidas y tenían la manera de comprobar su posesión, antes de que se concesionaran las tierras a la familia Orendain.
A partir de estos trazos y el establecimiento de los nuevos propietarios adquirientes de terrenos, el poblado de San Quintín adquiere vigor y su crecimiento será constante, hasta llegar a tener las características de una ciudad como se puede apreciar en la actualidad.

* Coordinador de Cultura Popular e Indígena.
Instituto Municipal de Cultura y Desarrollo Humano de Ensenada.

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