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¿Hacia dónde va la salud pública de los mexicanos? (Primera parte)

La salud es una protección social que el Estado tiene que asumir y que los ciudadanos deben defender, no una asistencia social
domingo, 16 de julio de 2017 · 00:00
José Carlos García Ramírez/COLABORACIÓN*

El presentetrabajo se divide en dos partes: en la primera se trata la historia o el contexto retrospectivo de la salud, y algunos conceptos de origen de la salud pública en México. En la segunda se abordan las enfermedades prevalentes de la población mexicana adulta y personas mayores, así como la crisis político-financiera del sistema de salud.

Retrospectiva
Vestigios enterrados por sedimentos rocosos, arenosos y húmedos, guardan los secretos del tiempo y la evolución del ser humano. Según la paleopatología, son los huesos las claves para el estudio de las enfermedades, la alimentación, la edad y las características del entorno de los mamíferos.

Quinientos mil años de historia tiene la especie humana: desde el Australopithecus, pasando por el Homo erectus, Homo ludens, Homo sapiens, hasta el Homo videns y el Man of smartphones de hoy.

Los estilos de vida del humanoide han cambiado: de cazador a internauta, de recolector de frutos a comedor de hamburguesas, del dibujante rupestre al escultor de Marcel Duchamp, a la pintura de Pablo Picasso o al grafiti de la Mara Salvatrucha.

En la antigüedad, se creía que las enfermedades provenían del exterior al cuerpo humano, provocadas por fuerzas sobrenaturales o espíritus malignos que atormentaban con pestes, epidemias y otras maldiciones a los colectivos. 
La cura dependía del arte del sanador a través de brebajes, compuestos herbolarios, combinaciones de minerales, cirugías con instrumentos rudimentarios y evocaciones sagradas o animistas. La salud era un acto de fe.

La salud va de la mano con el desarrollo de la medicina. El padre de la medicina fue el egipcio Imhotep (2650 a. C.). Según la leyenda de La Ilíada de Homero, Asclepio (2000 a. C.), dios griego de la salud, utilizaba a la serpiente como báculo de sanación. En el año 460 a. C., nace el fundador de la medicina griega, Hipócrates, quien desarrolló los nuevos métodos de intervención quirúrgica e introdujo el lenguaje clínico de la medicina.

Desde siempre, el tratamiento médico fue una acción pública, como respuesta a las enfermedades particulares de los individuos.

La intervención sanitaria inició con la atención de problemas de salud del pueblo. Por eso la frase célebre en latín en la antigua Roma decía: "¡Salus populi suprema lex esto!” (¡Que la salud del pueblo sea la suprema ley!).
En el México prehispánico, la enfermedad era una preocupación comunitaria. En el mundo teotihuacano (200 a. C.), existían los sanadores de la comunidad que se destacaban por sus habilidades: el cirujano (tetecqui); el sangrador (tezoc); la comadrona (temixintiani); el boticario y el chamán (http://bit.ly/2umRTVF).

Durante el periodo colonial surgen las instituciones hospitalarias encargadas de la atención a enfermos, pobres y ancianos, que la conquista española dejó por su paso.

En 1519 se construyó el primer hospital de la Purísima Concepción. En 1524 se abren las puertas del Hospital de Jesús, ambos construidos en la Ciudad de México. El tipo de atención religioso institucional se basaba en la caridad.

Durante la Reforma y hasta la última década del siglo XIX, el Estado clerical fue desplazado por el Estado liberal y los servicios médicos en hospitales dejaron de ser actos de caridad y pasaron a ser instituciones de beneficencia. Se introdujeron los métodos científicos para atender las enfermedades, la figura profesional de enfermeras y médicos y se permitió la participación de organizaciones filantrópicas privadas.

En 1899 el Congreso de la Unión facultó al Ejecutivo expedir la primera Ley de Beneficencia Privada para subsidiar los pocos hospitales públicos existentes.

La sanidad pública ya no fue concebida ni como actos de caridad, ni de beneficencia. El Estado mexicano de inicios del siglo XX, como en la mayoría de los Estados latinoamericanos, se inclinó por el asistencialismo (ver apartado sobre la historia de la institución sanitaria de atención para ancianos en mi artículo sobre "La ética en los centros de día” (http://bit.ly/2urlU5Z).

La salud de la población no era un asunto privado sino público que el Estado tenía que asistir. Al Estado mexicano posrevolucionario le correspondió planificar los servicios sanitarios y financiar estudios epidemiológicos que sirvieran para prevenir enfermedades, pandemias y mejorar la cobertura o asistencia médica.

La política asistencial fue entendida como una responsabilidad del Estado ante las diferentes necesidades sociales a las que se tendría que dar atención y solución. Se buscaba hacer fuerte al Estado frente a la sociedad y generar la idea de que las instituciones públicas eran protectoras y benefactoras.

Los deberes del Estado benefactor ayudaron a estructurar los primeros derechos sociales. La intervención estatal se dejó ver en los rubros de educación, salud, alimentación y vivienda.

Como resultado de lo anterior nacieron el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en 1943 y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) en 1959.

Definiciones
La primera Escuela de Salud Pública en América Latina se fundó en Sao Paulo, Brasil, en 1919, luego en México en 1922. Posteriormente irrumpieron los grades diseños de políticas de protección social sanitaria, por ejemplo, el Hospital Infantil de México (1933), los Institutos Nacionales de Cardiología (1944), Cancerología (1950) y Neurología (1964).

Para escuelas, hospitales e institutos, la salud es un punto de encuentro donde confluyen lo biológico y lo social, el individuo y la comunidad, la política social y la económica, el derecho y la administración, la sociología y la medicina, la ética, la ciencia y la tecnología (http://bit.ly/2ur5ta6).

La salud pública en México tiene como criterio de acción, la prevención y representa un deber constitucional del Estado asegurarla, en términos de protección social. El gobierno, sus instituciones, sistema y subsistemas sanitarios no deben olvidar que la salud no es una prestación, sino un derecho ciudadano.

En Argentina y Bolivia, dos países cuyos sistemas públicos sanitarios son los mejores estructurados, persiste una visión del servicio sanitario universal o ampliado. En México se hace más restrictivo y existe una tendencia malosa de convertir el sistema público de salud en un sistema privado. Quien tenga dinero y quiera ser bien atendido, tendrá que pagar el paquete de servicio a su alcance.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la salud pública como "la ciencia y el arte de promover la salud, prevenir la enfermedad y prolongar la vida mediante esfuerzos organizados de la sociedad” (http://bit.ly/1KdQIEO). Es una barbaridad pretender reducir el estudio de la salud pública al lenguaje exclusivo de la ciencia biomédica.

El reporte del sanitarista inglés, sir Donald Acheson, emitido en Londres en 1998 (http://bit.ly/29pceO4), sirvió de fundamento poderoso para que la OMS hable de la salud pública.

Hablar de salud no es solamente mencionar las enfermedades ni las intervenciones sanitarias, sino también hablar de profesionales bien preparados, de contratos laborales del personal de salud, derechos de los pacientes, de no maltrato ni engaño al paciente, obligaciones del Estado para financiar la salud pública, medicamentos idóneos para el enfermo, capacitaciones a las familias para los cuidados, servicio ambulatorio, cobertura suficiente del personal sanitario, aparatos médicos con tecnología avanzada, nosocomios con arquitectura funcional y de calidad, creación de más hospitales de especialidades en metrópolis accesibles a las diferentes zonas rurales, trabajo social médico comunitario, entre otros aspectos.

El marco normativo de la salud en México es de vanguardia, aunque a veces en los hechos se haga lo contrario. El artículo Cuarto Constitucional establece las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y proporciona existencia al Sistema Nacional de Salud organizado en la Ley General de Salud (http://bit.ly/1of9Vey), constituido por las dependencias y entidades de la Administración Pública, tanto federal como local con el objeto de dar cumplimiento al derecho a la protección sanitaria de los mexicanos, sin importar raza, edad, género, lengua, preferencias sexuales, situación migratoria, enfermedades o discapacidades.

La salud es una protección social que el Estado tiene que asumir y que los ciudadanos deben defender. Si la salud se ve como asistencia social entonces los paliativos, el desabasto de medicamento la pésima atención médica, el acceso limitado a los servicios sanitarios, las dádivas y los paquetes de beneficio temporal será lo que reine en los próximos 50 años.

Existen 194 países en todo el mundo. Sólo 24 (la mayoría ubicados en América Latina, México, uno de ellos) han implementado políticas sanitarias orientados a la privatización. La salud pública en cuanto a eje rector de una política de Estado, va perdiendo fuerza. Los servicios de salud, si se dejan al alcance de las fuerzas económicas del mercado transnacional o de empresas usureras con sus laboratorios de medicamentos mercenarios, harán del gasto público de salud exorbitante, las enfermedades crónico-degenerativas aumentarán las discapacidades, el gasto de las familias por concepto de salud incrementarán y el sistema nacional de salud puede estallar a la vuelta de un par de años.

*El colaborador es profesor-investigador en Ciencias del Envejecimiento y Política Pública.

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