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Ignacio Tirsch: el primer pintor de las Californias

Fue un misionero jesuita muy inquieto que, desde su llegada a la península, se interesó por la naturaleza y las realidades en que vivían los antiguos californios; gracias a los recorridos que llevó a cabo, conocemos parte de la historia natural que plasmó en sus acuarelas de una manera maravillosa
sábado, 26 de enero de 2019 · 00:00

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

El misionero jesuita Ignacio Tirsch desarrolló su trabajo evangelizador en las misiones de Santiago de los Cora y San José del Cabo, entre 1762 y 1767. Aunque su figura histórica es poco conocida, es de gran importancia, ya que nos dejó un importante legado, el que consta de una serie de 48 acuarelas sobre la historia natural de la Antigua California. Estas acuarelas actualmente se encuentran bien resguardadas en el Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional de Praga, en la hoy República Checa.

Desde su llegada a la península Tirsch mucho se interesó por su historia natural y las realidades en que vivían los antiguos californios. En sus acuarelas plasmó muchas de sus formas de vida, así como parte de la flora y fauna más importante de la región donde vivió.

Este misionero jesuita era muy inquieto y gracias a los recorridos que hizo en toda la región de su misión, conocemos parte de su historia natural, la que plasmó en sus acuarelas de una manera maravillosa. Peces, aves, moluscos, flora, cactáceas, cirios, pumas, mamíferos, formas de vida de los indígenas así como de los novohispanos que habitaban en la Antigua California. Muchas cosas quedaron testimoniadas en sus acuarelas. Las imágenes son de gran belleza y reflejan la vida de la Antigua California del siglo XVIII.

VIDA DE TIRSCH
El jesuita Ignacio Tirsch nació en 1733 en el pueblo de Comotau, en la región de Bohemia, República Checa. Cuando el joven Tirsch tenía 21 años, en 1754, ingresó en la Compañía de Jesús. Sus primeros años de estudio los llevó en el Colegio Jesuita de Praga, y posteriormente se trasladó a Cádiz, España, para embarcarse a la Nueva España, en 1756, en donde concluyó sus estudios como misionero, en los colegios de Tepotzotlán, y el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, en el centro de la Ciudad de México. También estuvo un tiempo en el Colegio Jesuita del Espíritu Santo, en la ciudad de Puebla, en donde remató sus estudios.

En 1761, en compañía del que posteriormente llegó a ser un gran explorador de la Antigua California, el misionero jesuita, también checo, Wenceslao Linck, visitó las misiones de Sinaloa y Sonora y de ahí se dirigieron a California, donde desarrollarían su campo misional. Ambos misioneros llegaron a Loreto, y mientras a Linck lo enviaron al norte, para fundar la nueva misión de San Francisco de Borja Adac, a Tirsch lo enviaron al sur, para atender a la descuidada misión de Santiago de los Cora, la cual no había funcionado muy bien desde los tiempos de la rebelión de los pericú, entre 1733-1737. El padre Tirsch tuvo levantar un nuevo edificio, ya que el anterior había sido destruido durante la revuelta, y hasta ese tiempo se encontraba totalmente en ruinas. A él le tocó atender a los últimos pericú, ya que para entones esta etnia se encontraba prácticamente extinta.

OBSERVADOR PERSPICAZ
Durante los cinco años que estuvo en la Antigua California, el padre Tirsch destacó por sus agudas observaciones sobre la historia natural. Sus hermanos misioneros llegaron a consultarlo al respecto. El padre Miguel del Barco lo citó en su “Historia Natural y Crónica de la Antigua California”, al igual que otro de los grandes cronistas californianos, el padre Juan Jacobo Baegert. Entre los dibujos del padre Tirsch, destacan algunos donde presenta el estado de su misión frente al mar.

La estancia del padre Tirsch en la Antigua California fue interrumpida por la orden del rey de España, Carlos Tercero, de expulsar a todos los jesuitas de su gran imperio. Y como la Antigua California era parte del reino de la Nueva España, parte a su vez del Imperio Español, los 15 jesuitas peninsulares tuvieron que salir al exilio, incluyendo al padre Tirsch, quien logró volver a su tierra natal, Bohemia.

Fue el padre Tirsch quien recibió al nuevo gobernador de las Californias, Gaspar de Portolá, quien arribó a San José del Cabo el 30 de noviembre de 1767, con el fin de ejecutar la orden de expulsión de los jesuitas de California.

Los últimos años de su vida los vivió en la región de Bohemia. El padre Tirsch murió en su natal Comotau, en 1781.

UN GRAN LEGADO
Cabe mencionar que entre los dibujos del padre Tirsch, el que mayormente llamó la atención es el de un supuesto extraño pez, el cual fue observado en la hoy playa de Los Barriles. Este animal fue llamado “peje mulier” o pez mujer, ya que según Miguel del Barco “tiene realmente dos pechos, que más parecen de mujer que de animal”. Incluso otros misioneros llegaron a afirmar que se trataba de una sirena.

Vale la pena mencionar que en todo el noroeste de México hubo misioneros jesuitas de diversos países de la Europa que actuaron en favor de nuestras regiones, como el caso aquí mencionado del padre Tirsch.

Entre los jesuitas hubo mucho más que misioneros españoles. Tenemos el caso de Fernando Consag, que era croata. El de Juan Jacobo Baegert que era alemán. El padre Kino que era italiano al igual que Juan María Salvatierra y Francisco María Pícolo. Esta corriente de misioneros europeos mucho enriqueció a nuestra patria y lo podemos ver en obras como las acuarelas del padre Tirsch y los muchos estudios y textos que estos padres nos legaron.

Actualmente, las acuarelas se encuentran bien resguardadas en el Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional de Praga, en la hoy República Checa.

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