Por la razón o por la fuerza

Chalino Sánchez, justicia para el genio

Por Juan Alberto Montes*
sábado, 13 de octubre de 2018 · 15:34

Chalino Sánchez sin duda se encuentra en la élite de los cantautores de música popular mexicana, al lado de artistas como Juan Gabriel o José Alfredo Jiménez.

Sin embargo, sería injusto no darle también la importancia que merece para la cultura alternativa, tomando en cuenta las estrategias de composición, ejecución y distribución DIY (hazlo tú mismo, por sus siglas en inglés) que usó para su música, las cuales hacen ver a las bandas más punk e independientes como niños con pistolas de agua.

Chalino Sánchez es el mayor antihéroe de la música de nuestro país y, posiblemente, el cantante más revolucionario de su generación.

El sinaloense es el padre del corrido moderno, uno de los géneros musicales más importantes y auténticos de la canción mexicana contemporánea.

Biográficamente, es una tarea complicada diferenciar qué hay de realidad y de mito en su vida, ya que existen muy pocos textos serios que aborden su legado cultural y musical.

La verdad nunca se supo

Rosalino Sánchez Félix nació en un pueblo del municipio de Culiacán en 1960, en el seno de una familia muy pobre. Las carencias familiares no le permitieron terminar siquiera la educación primaria.

El periodista estadounidense Sam Quinones (uno de los pocos autores que han abordado a profundidad el tema del cantante), en su libro True Tales From Another Mexico cuenta que cuando Chalino era adolescente a mediados de los 70, mató a balazos como venganza a un hombre que había violado a su hermana.

Tras estos hechos, para evitar ser ultimado, el joven escapó a Los Angeles, donde empezó a buscarse la vida, indocumentado, en diversos pequeños empleos.

A inicios de los 80, trabajó junto con su hermano Armando como coyote en la frontera Tijuana-San Diego. El negocio terminó con la muerte de Armando, quien fue asesinado en 1984.

Por esas fechas, Chalino estuvo preso en la penitenciaria de La Mesa en Tijuana durante 8 meses por crímenes menores, según narra Quinones.

Ahí fue donde, sin instrucción alguna, empezó a componer corridos basados en las vivencias de sus compañeros de la prisión.

Al salir, regresó a Los Ángeles, donde siguió haciendo canciones bajo pedido de gente que se auto denominaba delincuente, quienes le pagaban con dinero, joyas y armas.

Ya en 1987, su siguiente paso fue grabar sus corridos en casetes de forma independiente con un grupo norteño y distribuirlos él mismo en tianguis y tiendas de mexicanos por toda la ciudad.

La demanda de sus grabaciones fue escalando exponencialmente de decenas a miles, por lo que tuvo que hacer cada vez más canciones y copias.

Para 1989 ya se dedicaba de lleno a la música, era distribuido por una disquera independiente y era acompañado en vivo por su banda formal, Los Amables del Norte.

Es importante señalar que la mayor parte de su carrera fue subterránea, ya que la violencia de sus letras y los desaciertos técnicos de su voz y producción no eran elementos que se pudieran emitir en la radio, a pesar de que estas características eran los recursos en los que basaba su credibilidad callejera.

La distribución de sus casetes se esparció por California, Nevada, Baja California, Sonora y Sinaloa y, para 1991, ya era bastante conocido gracias a la promoción de boca en boca. Nunca necesitó publicidad oficial alguna para llenar los salones de baile y fiestas donde se presentaba.

Chalino usualmente llevaba una pistola fajada y no la dejaba ni para subir al escenario. En enero de 1992, durante un concierto en un centro nocturno de Coachella, California, un miembro del público le disparó y, al fallar, el cantante sacó su arma y regresó el ataque.

La balacera dejó como resultado un asistente muerto y 7 heridos, entre ellos el agresor (llamado Eduardo Gallegos), Chalino y su acordeonista, Nacho Hernández.

La cobertura de este hecho por los medios generó un repunte en la popularidad del sinaloense y por fin empezó a ser programado por las radiodifusoras, sobre todo sus temas amorosos como “Nieves de Enero” o “Prenda del Alma”.

Chalino se recuperó de la herida de bala y fue dejado libre por la policía, sin embargo, lo peor estaba por venir.

La cosa es que lo mataron

4 meses después de la balacera, y a pesar de las advertencias de sus allegados, aceptó ir a tocar a Sinaloa. Las semanas previas al compromiso, empezó a actuar de forma peculiar: regaló su colección de armas a sus amigos, vendió los derechos de sus canciones a una discográfica y con ese dinero le compró una casa a su familia.

El evento -organizado el 15 de mayo de 1992- fue todo un acontecimiento en Culiacán. El salón en el que se presentó estaba a reventar, sin embargo, el cantante se veía muy afectado en su semblante.

Al salir del concierto, durante el trayecto hacia una fiesta y acompañado por amigos y uno de sus hermanos, su vehículo fue interceptado por camionetas con hombres armados, 2 de ellos identificados como policías. Se llevaron a Chalino ante el desconcierto de todos.

Horas después, la madrugada del 16 de mayo, su cuerpo fue encontrado con 2 balazos atrás de la cabeza en un canal de riego a las afueras de Culiacán. Tenía 31 años. El crimen nunca fue resuelto por las autoridades.

Lo demás, es historia. Su popularidad empezó a subir en ambos lados de la frontera y surgió toda una escena de imitadores de su estilo lírico y vocal.

Ya después de muerto

La discografía oficial de Chalino es tan confusa como su vida, pues hay cientos de compilados que retoman las grabaciones que hizo, algunos de ellos a duetos póstumos en los que usaron las pistas vocales de canciones clásicas del compositor.

Es creador de muchos de los mejores corridos de la historia, como “El Pelavacas”, “Rigo Campos”, “El Crimen de Culiacán”, “Por una Rencilla Vieja” o “Modesto Villareal”.

Esta última, tiene lo que posiblemente sean las líneas iniciales más contundentes en la historia del género: Vas a llevar esta carga/Le dijo el jefe a Modesto/Con tu vida me respondes/Que todo llegue completo/Si hay retenes te los brincas/Que sólo te agarren muerto.

Para Sam Quinones, la relevancia principal de Chalino es que fundó una de las tendencias musicales independientes DIY más importantes de la escena californiana: el corrido.

El analista equipara la importancia cultural del cantante sinaloense a movimientos como el punk angelino o el gangsta rap de la costa este de Estados Unidos.

Similar a estas tendencias, la música de Chalino interpreta la violencia, pero desde la óptica de la población mexicana, un sector subyugado que no era reflejado por el discurso del punk (más enfocado para jóvenes blancos desencantados) o el rap (eminentemente negro).

Si bien es cierto que lo más importante en su copioso catálogo son los corridos, es justo señalar que sus líricas dedicadas a las mujeres son sorprendentemente desgarradoras y emocionantes.

Ejemplos de ello son temas de desamor como “Carta de Luto”, “Me Persigue tu Sombra”, “Desilusión” o “Cuéntame tus Penas”.

Las aparentes limitaciones en su habilidad vocal o compositiva, lejos de ser un problema para las canciones, explotan sus ventajas expresivas y emocionales en el sentido más crudo y determinante.

Chalino, con su sombrero de lado y su actitud, hizo cool elementos impensables de ser considerados relevantes, como el sonido del acordeón, la tuba, la estética norteña o incluso ser un joven mexicano ilegal en Estados Unidos.

Su postura no era una pose. Sid Vicious actuó en un video en el que fingía que disparaba al público. Chalino lo hizo de verdad.

Es increíble que, a pesar de la importancia del artista, los pocos textos “serios” que se han escrito sobre el cantante sinaloense en español no vienen de la crítica musical, sino que han sido generados desde la academia, por investigadores universitarios reduccionistas que lo usan para sus tesis mojigatas y morbosas sobre la violencia en México.

La música es sobre todo arte por el arte, es una consecuencia. El corrido es una derivación de la cultura en la que estamos inmersos. Actualmente es una expresión tan necesaria y valiosa como lo fue en la época de la Revolución.

Por eso reclamo justicia para el arte de Chalino, un cabrón genio.

 

*Ingeniero metafísico con especialidad en superficialidades.

Twitter: deusvult_

Instagram: no_funeral_

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